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EN BRAzOS DE LA MUERTE



Ophelia among the flowers, de Odilon Redon (1902)

La muerte de Ofelia difiere de las demás producidas en la obra, pues el suicidio es considerado una ofensa para la moral cristiana y, en consecuencia, se trata de una muerte deshonrosa. No obstante, es el gran acto volitivo de la joven, condenada desde el principio a su trágico final y víctima de su entorno. Durante toda la obra de Shakespeare, Ofelia demuestra una obediencia y una lealtad sin igual, aunque, paradójicamente, al final cometa la mayor de las transgresiones. El suicidio impedía el enterramiento en suelo sagrado y la celebración de las honras fúnebres. A través del pecaminoso acto del suicidio, Ofelia termina entrando definitivamente y de lleno en el terreno de la alteridad. Es, por tres veces, la otra: la virgen, esto es, soltera, fuera de los parámetros de productividad económica; la loca, al margen de las estructuras normativas sociales; la suicida, excluida del orden sagrado cristiano. La sexualidad, la irracionalidad y el pecado son, en este orden, los tres factores de su máxima otredad que se suman al primero de todos ellos: su condición de ser mujer. Ofelia tendrá que esperar mucho tiempo para que una nueva mirada y una nueva reescritura de sí misma le otorguen una identidad más plena, gracias a quienes se apropiaron del arquetipo originario subvertiéndolo y dotándole de otros valores más allá de la construcción masculina.

LEE*OBSERVA*REFLEXIONA

Pese a la iconicidad del momento, en la obra de Shakespeare no asistimos al suicidio de Ofelia. Tenemos noticia de su muerte a través de las palabras de Gertudris y Laertes, hermano de la joven, en la escena XXIV del Acto IV. Lee dicho fragmento, observa la escena de la versión de Keneth Branagh y reflexiona acerca de la importancia de la muerte de la joven, pues es aquí donde surge El Origen del Mito.

CLAUDIO.- ¿Qué ocurre de nuevo, amada Reina?
GERTRUDIS.- Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra; tan inmediatas caminan. Laertes tu hermana acaba de ahogarse.
LAERTES.- ¡Ahogada! ¿En dónde? ¡Cielos!
GERTRUDIS.- Donde hallaréis un sauce que crece a las orillas de ese arroyo, repitiendo en las ondas cristalinas la imagen de sus hojas pálidas. Allí se encaminó, ridículamente coronada de ranúnculos, ortigas, margaritas y luengas flores purpúreas, que entre los sencillos labradores se reconocen bajo una denominación grosera, y las modestas doncellas llaman, dedos de muerto. Llegada que fue, se quitó la guirnalda, y queriendo subir a suspenderla de los pendientes ramos; se troncha un vástago envidioso, y caen al torrente fatal, ella y todos sus adornos rústicos. Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento. Pero no era posible que así durarse por mucho espacio. Las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían la arrebataron a la infeliz; interrumpiendo su canto dulcísimo, la muerte, llena de angustias.
LAERTES.- ¿Qué en fin se ahogó? ¡Mísero!
GERTRUDIS.- Sí, se ahogó, se ahogó.
LAERTES.- ¡Desdichada Ofelia! Demasiada agua tienes ya, por eso quisiera reprimir la de mis ojos... Bien que a pesar de todos nuestros esfuerzos, imperiosa la naturaleza sigue su costumbre, por más que el valor se avergüence. Pero, luego que este llanto se vierta, nada quedará en mí de femenil ni de cobarde... Adiós señores... Mis palabras de fuego arderían en llamas, si no las apagasen estas lágrimas imprudentes.
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Hamlet (1996), de Keneth Branagh

 



E-BOOK~El origen del mito




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INVESTIGA*OBSERVA*PROFUNDIZA

El suicidio de Ana Karenina (1935), de

 
No es Ofelia el único personaje literario suicida, aunque ella encarne la reunión de diversos tópicos filosóficos y literarios ligados a la juventud y la belleza, a la locura y a la muerte. Las penas del joven Werther (1774) de Goethe, novela epistolar prematuramente romántica, ejerció tal influencia en sus jóvenes lectores que muchos terminaron imitando al suicida protagonista. La novela llegó a ser prohibida en Italia y Dinamarca. Dos siglos después, el sociólogo David Phillips denominó a este contagio suicida el Efecto Werther. Aunque a veces se piensa que el motivo de la muerte voluntario fue exclusivamente amoroso, lo cierto es que la novela de Goethe nos muestra la imposibilidad de un joven para encontrar su lugar en la sociedad normativa, de ahí su enorme influencia en el movimiento prerromántico conocido como Sturm und Drang.
Lo cierto es que, desde la Antigüedad, no dejamos de tropezarnos con personajes que deciden acabar con su vida. Así, Yocasta, Áyax y Dido en la literatura, o Diógenes, Sócrates y Séneca en la vida real; Romeo, Julieta y Otelo, además de Ofelia, con Shakespeare; el citado Werther; las decimonónicas Ana Karenina y Madame Bovary; la Adela de La Casa de Bernarda Alba y las contemporáneas que conocerás en TRAS LOS PASOS DE OFELIA. A este fenómeno, junto a la inevitable atracción de artistas y escritores hacia el arquetipo de la joven, lo llamaremos el EFECTO OFELIA. Por otra parte, desde mediados del XIX y, especialmente, en la literatura y la pintura del Fin de Siglo, asistimos al nacimiento de un arquetipo femenino singular: la DOLCE FAR NIENTE. En plena sociedad preindustrial, la mujer queda cada vez más consignada al interior del hogar pero de una manera rotundamente ociosa. La burguesa, entonces, parece manesfar el pararelo del ennui o spleen decadentista, una languidez y un debilitamiento, casi depresivos, rayanos por supuesto en el suicidio. Una imagen más (artificial) para todas las creadas en este período.

Investiga acerca de 1)las decisiones de las mujeres en la tragedia griega y 2) el papel de la mujer en la novela decimonónica y finisecular para establecer un tríptico comparativo con Ofelia.
Recopila imágenes y textos sobre los arquetipos femeninos de finales del XIX.
Para ambas actividades, sírvete de los recursos recopilados bajo el epígrafe DOLCE FAR NIENTE.

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